miércoles, 18 de junio de 2008

Las tortugas marinas influyen decididamente en el equilibrio ecológico del planeta

Por: César Eduardo Pérez

Publicado en la edición 317 (del 8 al 14 de junio de 2008) del semanario La Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela.


Entender que el equilibrio ecológico y la conservación del ambiente es una tarea de todos los humanos no ha sido fácil. Asociaciones civiles, organismos gubernamentales y no gubernamentales en todo el mundo han hecho esfuerzos durante años para preservar especies que hoy se encuentran en peligro de extinción. Este ha sido el caso de las tortugas marinas.

Las tortugas marinas son réptiles y como tales, su respiración es aérea –es decir que no tienen branquias, como muchos piensan–, tienen espina dorsal, esqueleto, pulmones, caparazón óseo, escamas. Para su vida, en el mar su cuerpo presenta ciertas adaptaciones como la modificación de sus miembros en forma de aletas y una forma hidrodinámica que permite su desplazamiento en el agua.

Al respecto el profesor de la Facultad Experimental de Ciencias (FEC) y especialista en tortugas marinas, Héctor Barrios Garrido, comenta que en el mundo existen siete especies de tortugas marinas, de las cuales cinco están presentes en Venezuela.
“Todas amenazadas en peligro de extinción. De las cinco, dos están en peligro crítico de extinción, esto es que sus poblaciones están reducidas a menos del 90% en las últimas tres generaciones, que son la tortuga Cardón y la tortuga Carey”.

Cinco en Venezuela

Las especies de tortugas marinas que se conocen en el mundo son: Cardón (Dermochelys coriacea), Cabezona o Caguama (Caretta caretta), Carey (Eretmochelys imbricata), Verde (Chelonia mydas), Lora (Lepidochelys olivacea), Golfina (Lepidochelys kempii) y Australiana o Kikila (Natator depressus). Las cinco primeras especies podemos encontarlas en todo el planeta. La tortuga Golfina sólo tiene su hábitat en el Golfo de México y la Australiana o Kikila vive en Australia.

La tortuga Cardón (Dermochelys coriacea) se caracteriza por tener un caparazón flexible aguzado en la parte posterior, con cinco quillas o crestas. Son generalmente de color negro con manchas blancas y pueden llegar a pesar hasta 500 kilogramos. Su alimentación está basada principalmente en medusas o aguamalas. El profesor Barrios explica que los bajos niveles poblacionales de esta tortuga han hecho que exista mayor población de aguamalas en las playas.

La tortuga Cabezona o Caguama (Caretta caretta) tiene un caparazón más largo que ancho con cinco pares de escudos laterales. Su cabeza es ancha, sus tonalidades son de castaño rojizo a castaño y llegan a pesar hasta 200 kilogramos. Se alimentan principalmente de gasterópodos como caracoles y de moluscos.

La tortuga Carey (Eretmochelys imbricata) se alimenta de arrecifes de coral gran parte de su vida. Como comen coral, excretan polvo de coral que es la arena blancuzca que encontramos en algunas playas. Esta especie ha sido “perseguida” por el hombre en búsqueda de sus escamas para la fabricación de instrumentos y accesorios. En su caparazón tienen cuatro pares de escudos traslapados, cabeza aguzada con la mandíbula superior sobresaliente. Pueden pesar hasta 85 kilogramos y su caparazón puede tener una longitud de 95 centímetros.

De las especies de tortugas con mayor presencia en Venezuela se encuentra la tortuga Verde (Chelonia mydas) que es netamente herbívora, pues consumen algas y plantas acuáticas. Cuando son jóvenes su coloración es variable, mientras que en su edad adulta su coloración es verde grisáceo oscuro. Su cabeza es redondeada con la mandíbula aserrada. Llegan a pesar hasta 230 kilogramos y su caparazón puede medir hasta 125 centímetros de largo.

La última de las especies encontradas en Venezuela de las tortugas marinas es la tortuga Lora (Lephidochelys olivacea) que se alimenta exclusivamente de calamares. Es la única de estas cinco especies que no pone sus huevos en playas venezolanas. Su caparazón es casi circular, puede medir hasta 70 centímetros de largo y en él se encuentran seis o más pares de escudos.

Cuando son pequeñas, las tortugas se alimentan de lo que sea, porque son oportunistas como buenos reptiles. Al crecer cada una de las especies tiene una dieta específica.

El profesor Barrios explica que las tortugas nacen en sus playas de anidación y luego viajan en busca de alimento, pero cuando van a reproducirse vuelven a esa playa de anidación. “En todo ese tiempo mientras son pequeñitas y luego son grandes las tortugas se van a zonas de alimentación, es decir que pasan más del 90% de su vida en zonas de alimentación”.

El Golfo de Venezuela es una de las zonas de alimentación de tortugas marinas más importantes del país debido a que no hay mucha profundidad y esa característica es aprovechada para que se desarrollen arrecifes de coral, praderas marinas, que son hábitats idóneos para la alimentación de estos animales.

“En el Golfo de Venezuela vienen tortugas de muchas partes del mundo. Tenemos reportes de placas –que son colocadas a las tortugas en su lugar de origen– de tortugas de Bahamas, México, Florida, Panamá, Costa Rica, Isla de Aves y el más lejano fue de una tortuga que vino desde Portugal. Lo triste de este caso es que la tortuga fue atrapada y sacrificada”, explica el profesor Héctor Barrios.

El Golfo: la gran alfombra

La importancia ecológica del Golfo de Venezuela obedece a su ubicación estratégica. El profesor Barrios explica que el Golfo de Venezuela funciona como una alfombra. “Tenemos una placa tectónica que va desde Castilletes hasta la península de Paraguaná que crea como una especie de alfombra. Toda esa zona es fotosintéticamente activa, pasan los rayos del sol y abajo hay corales y praderas submarinas. Si hay corales y praderas submarinas, entonces hay tortugas”.

El profesor Barrios aclara que las tortugas marinas normalmente realizan inmersiones desde los 0 metros hasta los 50 metros de profundidad. “Aunque hay una anécdota de una gente que realiza programas de televisión e introdujeron una cámara hasta mil metros de profundidad. En esa profundidad pasó una tortuga Cardón, se acercó a la cámara y continuo su recorrido. Esto sorprendió porque son capaces de llegar hasta los mil metros de profundidad aunque no es lo común”.

El investigador Héctor Barrios asegura que a diferencia de las tortugas de agua dulce –que tienen patas–, las tortugas marinas tienen una estructura hidrodinámica que les permite hacer desplazamientos a grandes velocidades. “Las tortugas marinas tienen un caparazón deprimido, unas aletas que está perfectamente diseñadas para la natación y unas aletas posteriores para la navegación. Ellas pueden nadar a velocidades de hasta 60 kilómetros por hora”.

Efectos climáticos

Un reporte publicado en la revista Global Change Biology, elaborado a partir del análisis del nacimiento de tortuga Guacama (Caretta caretta) durante 26 años, indica que de intensificarse el calentamiento global el nacimiento de machos de esta especie será menos frecuente.
El género de esta especie de tortuga está estrechamente relacionado con la temperatura a la cual se incuban sus huevos, según informes de la Universidad de Exeter en Inglaterra. En otras palabras, esto quiere decir que el aumento de las temperaturas del agua del mar como consecuencia del calentamiento global amenaza también la supervivencia de las tortugas marinas, al provocar que la mayoría de las crías que nacen sean hembras.
Según algunos investigadores, un incremento de las temperaturas del agua de sólo un grado Celsius puede eliminar por completo el nacimiento de tortugas macho en algunas playas.
Esto puede traer como consecuencia que al calentarse la temperatura en el Caribe y en las zonas de alimentación de las tortugas marinas, estas se vean obligadas a buscar otras zonas para alimentarse o, lamentablemente, desaparecerán las especies de este reptil.

Enfoques científicos
En cuanto a lo que se está haciendo en la Universidad del Zulia y en Venezuela para la preservación y conservación de las tortugas marinas, el profesor Barrios explica que hay varios frentes de ataque. “Ahorita estamos trabajando, en el aspecto científico, en el área de la Genética y de la Ecología Molecular con las tortugas Cardón, Guacama, Carey y Verde. Tenemos tortugas cuya información genética no se corresponde con la información publicada en el banco de genes y ese nos obliga a precisar más en nuestros estudios. Para ello necesitamos saber de dónde vienen estas tortugas”.

Otro de los aspectos en investigación que desarrollan actualmente en la FEC está relacionado con los contenidos estomacales de las tortugas marinas. “Como esta región es una zona de alimentación, necesitamos saber de qué se alimentan. Al conocer de qué se alimentan podemos saber dónde está su alimento y podremos entonces decir cuáles son las zonas importantes para los distintos tipos de tortugas”, comenta el investigador Héctor Barrios.

También trabajan con fotografía submarina, caracterizando los fondos marinos. Además existe un trabajo con la Facultad de Ciencias Veterinarias. “Trabajamos con Medicina de la Conservación, mediante una colaboración con la Facultad de Veterinaria. Se trata de ver cuál es el estado de salud de los animales, no solamente los lisiados, sino también tortugas que han llegado con enfermedades”, prosigue el profesor Barrios.

Asegura, además, que hay tortugas que están apareciendo con mutaciones y malformaciones o afecciones que las ponen en riesgo. “Hay tortugas que están apareciendo con fibropapiloma, que es una especie de virus similar al que produce el VPH, además de otros casos de tortugas que han aparecido con una serie de parásitos que pueden ser transmitidos al hombre”.

Con estas explicaciones, el profesor Barrios Garrido advierte que comerse a las tortugas puede poner en riesgo la vida de las personas. “Insistimos en que se evite el consumo de tortugas, primero por cuidar a las tortugas; segundo, para que cuiden sus vidas, porque si bien esas tortugas que están llenas de parásitos son más lentas, están enfermas son más fáciles de atrapar. Al comerla, las personas pueden adquirir los parásitos y enfermedades del animal. Además está científicamente comprobado que comer carne de tortuga puede causar la muerte de la persona, tanto por la cantidad de parásitos que tienen en la sangre y en la carne”.

Todos por las tortugas marinas
En Educación, el profesor Barrios considera que en el Laboratorio de Ecología General de la FEC sólo están biólogos y hace un llamado a personas de las distintas facultades para que se sumen a esta iniciativa de conservación de las tortugas marinas. “Estamos abriendo las puertas para que estudiantes de todas las carreras realicen el servicio comunitario con nosotros. Necesitamos estudiantes de Diseño Gráfico, Comunicación Social, Publicidad y Relaciones Públicas, gente de Educación de todos los niveles, superior media y hasta preescolar porque trabajamos con niños de distintas zonas geográficas; ingenieros entre otros profesionales”.

Al involucrar a todas estas áreas puede resultar factible que se realice algún proyecto que obtenga financiamiento a través de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti), que permita profundizar aún más las investigaciones sobre tortugas marinas.

Es importante mencionar que en el mundo existen aproximadamente 300 investigadores especialistas en tortugas marinas. En Venezuela existen tres: dos en Caracas y uno en Maracaibo en la Universidad del Zulia, el profesor Héctor Barrios Garrido.

El llamado que se hace a todos los sectores es a continuar en la defensa y conservación de estos reptiles y su hábitat, pues ello representan una forma de mantener el equilibrio natural de los ecosistemas marinos y costeros. “Más que una pasión, conservar a las tortugas marinas es una forma de vida, un compromiso que asumimos con nuestra vida y con la preservación del ambiente y del planeta”, puntualizó el profesor Héctor Barrios Garrido.

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